Casi diez millones de jóvenes rinden el Gaokao, el crucial examen que paraliza al país

El llamado Gaokao es un antes y un después en la vida académica y laboral de un chino. Una vez aprobado el examen y, de acuerdo a la puntuación, se elige universidad y carrera de grado. Los alumnos pagan la mitad de la matrícula y el Estado abona la otra mitad, unos 12.000 yuanes en total (casi 1.800 dólares). Aquellos que entran con calificaciones bajas, estudian carreras con menos demanda.

Por Leticia Pogoriles

Un total de 9,4 millones de estudiantes de secundaria chinos asisten hoy y mañana el examen de acceso a la universidad, conocido como Gaokao, célebre desde hace 40 años por su exigencia y considerado como la gran apuesta al futuro académico, una prueba que paraliza al país y que se rinde en medio de importantes medidas de control.
Según informó el Ministerio de Educación de la República Popular China, tras la prueba se espera que unos 3,72 millones de esos estudiantes se matriculen en títulos de grado, un aumento de casi 10 mil con respecto a 2016, de acuerdo con el plan de matrícula de 2017.

“En China, la mayoría de los estudiantes y sus padres están convencidos de que entrar en una buena universidad significa un futuro brillante, por eso la consideran la tarea más importantes en sus primeros 18 años”, contó a Télam Claudia Chen, estudiante de español en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing.

El llamado Gaokao es un antes y un después en la vida académica y laboral de un chino. Una vez aprobado el examen y, de acuerdo a la puntuación, se elige universidad y carrera de grado. Los alumnos pagan la mitad de la matrícula y el Estado abona la otra mitad, unos 12.000 yuanes en total (casi 1.800 dólares). Aquellos que entran con calificaciones bajas, estudian carreras con menos demanda.

“Los chinos estamos acostumbrados a esto, tan importante para la vida. En China, desde Confucio hasta hoy, apreciamos a la gente intelectual y con buena educación. Para trabajar, tanto como funcionarios o profesores, tienen que estar graduados y para encontrar un buen trabajo necesitamos una educación superior”, dijo a Télam Chang Fuliang, catedrático y vice-decano de la Facultad de Filología Española y Portuguesa de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing.

“Los que no pasan el examen no pueden entrar a la universidad, pero pueden repetir la prueba al año siguiente. Si fracasas, puedes volver sin límite. Cuando yo era joven, el límite era 25 años, hoy ya no hay. Si no entras, puedes trabajar de campesino, obrero y se reducen las opciones”, agregó Chang.

A 40 años del primer examen, hoy “hay nuevos problemas”. Los que pueden entrar en las mejores universidades “son hijos de familias acomodadas” porque en la primaria y secundaria “reciben mejor educación”, sostuvo el profesor.

Pero, desde hace cinco años “tenemos otra política, la de dar oportunidades a hijos de familias humildes y rurales por medio de recomendación antes del examen”, explicó el profesor, quien sostiene que esta prueba “no hace diferencias”.

Sin embargo, algunos jóvenes ven con más distancia sus posibilidades. Li Yichen, estudiante de portugués, no cree que el Gaokao haya decidido su futuro porque aún no encontró “un trabajo relacionado con este idioma”.

En cambio, Yang Wenqian, ya recibida en Literatura china, refrendó en diálogo con Télam que este examen “es lo más importante en la vida de los estudiantes” y que también es “un test para ver cómo los padres superan sus dificultades psicológicas y ayudan a sus hijos a atravesar este momento”.  

Tanta a ella como a Zhang Yunning, de 22 años, sus padres les dijeron, “hace lo que puedas” o “tranquila”. Pero no es la postal más común: en estas horas, padres nerviosos aguardan a sus hijos en las puertas de las escuelas, otros se encomiendan a alguna deidad y otros varios llevan a toda la familia para atravesar este momento.

Para este crucial examen, considerado uno de los más difíciles del mundo, las preguntas son una suerte de "secreto de Estado" y su publicación antes de tiempo es un delito grave. Además, desde el año pasado, copiarse una falta incluída en el Código Penal y sancionada hasta con siete años de prisión.
Incluso, el Ministerio de Educación reforzó la seguridad en la impresión, transporte, almacenamiento, entrega y calificación de los exámenes para evitar filtraciones.

En las dos jornadas –en algunas provincias dura tres- del Gaokao, la policía se aposta en la entrada de los colegios, el tráfico se desvía, las ambulancias esperan en la puerta por si alguien se descompone y los exámenes siguen una custodiada línea. Los taxis y patrulleros llevan gratis a los chicos y se sirve comida y bebidas sin costo en algunas cafeterías aledañas a los colegios. El país se pone al servicio del Gaokao.

También el gobierno impuso medidas como el control del calor y la reducción del ruido en los centros de examen y sus alrededores para garantizar condiciones óptimas.

El Gaokao es una suerte de “obsesión nacional”, considerado duro, pero justo.

Sin embargo, algunos no pueden aguantar la presión. Hace dos años se conoció la noticia del suicidio de dos jóvenes en una escuela de la provincia de Hebei, donde luego colocaron barreras en sus balcones para evitar nuevas tragedias.

Como una forma de animar a los estudiantes, el año pasado el físico británico Stephen Hawkins les envío un mensaje antes de rendir: "Si tu objetivo es ser médico, maestro, científico, músico, ingeniero o escritor, sea intrépido en tu búsqueda de tus aspiraciones", escribió en la red social china, Weibo.

Las pruebas duran tres horas y son en cuatro asignaturas: Chino, Inglés, Matemáticas, una optativa de ciencias (Biología, Química, Física) o Humanidades (Geografía, Historia o Política). Y algunas provincias diseñan sus propios cuestionarios, bajo la órbita del Ministerio.

Si bien fue establecido en 1952 por el gobierno comunista, el actual es de 1977. En la China postmaoísta y desde el primer año se convirtió en una dura competencia para los pocos lugares. La Universidad de Beijing o la de Tsinghua son dos de las más solicitadas; le siguen las universidades de Fudan, en Shanghai, o la de Nankai, en Tianjin.

El 80% de los estudiantes es admitido para las ingenierías, pero otras carreras elegidas son Negocios, Finanzas, idiomas como inglés, español, alemán y francés; periodismo y medicina, que pide más rigor a la hora de la admisión.

En la actualidad, sostuvo Chang, China está sumergida “en una época de muchos cambios, entonces la gente primero se fija en la economía, y pocos escogen según su interés”.

De acuerdo con un informe publicado por China Education Online, el número de estudiantes que rinde disminuyó desde el máximo de 10,5 millones de 2008 y se mantiene estable en alrededor de 9,4 millones desde 2014.

Este año, hay 20 mil chicos menos, pero según el gobierno, cientos o miles no rinden porque están estudiando en el extranjero o se les ha concedido la admisión previa, por recomendación.

Las tasas de admisión pasaron de ser del 25% en los años 90 a 76% en 2014 y la prensa china afirma que, para el 2020, el 50% de los que rinde encontrará su lugar en las universidades.
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Periodista: huellas de jujuy

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