Se trata de una de las comparsas más antiguas de San Salvador que mantiene un festejo carnestolendo tradicional y familiar.
Con la llegada del pujllay, la algarabía se vio envuelta con el aroma de la albahaca y talco, mistura que cubrió a los pobladores que bailaron en los corrales de la institución con el acompañamiento del acordeón de Marcelino Ramos.
Durante la jornada dominical, integrantes de la Comparsa, agasajaron a disfrazados-diablos-que acompañan hace más de tres décadas con sus bailes y que transmiten esa alegría del carnaval que solían disfrutar nuestros antepasados.
“Para nosotros, es una enorme satisfacción poder desarrollar actividades para la familia que acompaña a nuestra comparsa, porque de eso se trata el carnaval, de disfrutar en familia, de una costumbre que heredamos”, manifestó Bartolome Mamaní, presidente de la entidad tradicionalista.
Finalmente, continuaron con el jolgorio, donde no faltaron las coplas, anunciando que las actividades continuarán hasta el carnaval de flores, cuando entierren al rey momo.