Al no poder producir Coca-Cola por el bloqueo aliado a Hitler, a uno de los directivos se le ocurrió esta nueva bebida.
Fue Max Keith, jefe de Coca-Cola Deutschland durante el régimen nazi, quien tuvo la idea de crear la Fanta, un producto muy barato que se fabricaría con los ingredientes residuales como zumos de fruta, orujo de manzana o suero de leche. Y eligió la naranja para darle sabor.
Realizadas las primeras pruebas y degustaciones, en una reunión de los trabajadores, uno de ellos, Joe Knipp, el vendedor más antiguo de Coca-Cola, exclamó en voz alta “FANTASTISCH” (Fantástico en castellano).
Y entre todos decidieron utilizar las primeras cinco letras de esa palabra, creándose así la nueva bebida gaseosa “FANTA”, que fue envasada en botellas cuya formas y capacidad de contenido fueron diseñadas por ellos mismos.
Pero como todo tiene su fin, el reinado de Fanta terminó cuando se acabó la guerra. La compañía Coca-Cola recuperó el control de la planta alemana y de sus productos, incluida la Fanta, pero se descartó su fabricación por estar asociada al nazismo. Así, Fanta desapareció durante unos años.
En 1955 la compañía Coca-Cola resucitó la Fanta, “falsificando sus orígenes” y la relanzó al mercado para competir con la nueva línea de bebidas estrenada por Pepsi en los años cincuenta hasta nuestros días.
Como dato anecdótico es interesante destacar que Joseph Goebbels, mano derecha de Adolfo Hitler, estuvo buscando la forma de apoderarse de la fórmula secreta del jarabe, contratando espías con ese objetivo, pero no pudo concretar su deseo, que tenía el fin de nacionalizar las 43 fábricas instaladas en el territorio de la Alemania nazi y de los países invadidos, pero el triunfo de los aliados abortó esas intenciones.