Si bien algunos creen en causas biológicas, otros refieren sólo a razones culturales. ¿Por qué ellos son más violentos?
Es un segundo, pero en ese segundo explota todo.
Algo así podría decirse para graficar el ataque de furia que días atrás tuvo el jugador uruguayo Luis Suárez, quien esta semana finalmente se disculpó por su mordida al futbolista italiano. Para muchos, sin embargo, la agresión del charrúa sirvió no sólo para generar un escándalo de alcance global sino también para, una vez más, poner en evidencia algo en lo que la mayoría coincide: que los ataques de ira se dan más entre hombres que en mujeres. En donde todavía hay diferencias es en las razones: ¿Por qué a ellos se les “suelta la cadena” más fácil que a ellas?
“No existe una única razón sino que hablamos de un factor multicausal”, sostiene el psiquiatra local Fernando Genovese, para quien además “es obvio que las situaciones en donde una persona no puede reprimir sus impulsos no son exclusivas del ámbito deportivo. Basta con ver situaciones de tránsito o peleas que suele haber entre vecinos o familiares, muchas de las cuales tienen un origen en conflictos cotidianos atravesados por la frustración o el estrés desmedido”.
RAZONES
Varios días después de que se conociera la sanción a Suárez y de que su rostro circulara por las redes sociales adaptado a las más insólitas memes (fotos intervenidas, algunas de las cuales ilustran esta nota), la reacción del uruguayo todavía dispara al debate y divide algunas aguas. “Que los hombres protagonicen este tipo de actos en mayor cantidad que las mujeres se debe a cuestiones biológicas -asegura Genovese-. El varón tiene mayor impulsividad y puede volverse más violento; no es ninguna novedad que los hombres tienen más testosterona que las mujeres”.
Para la psicóloga platense Laura Mariani, sin embargo, el origen de esta diferencia entre el hombre y la mujer a la hora de reaccionar de manera violenta “no es una cuestión biológica sino cultural. Al varón se le permite tener un ataque de furia mientras que para el universo femenino eso es algo extraño, inusual. Lo vemos ya en la crianza: mientras que a un nene se le puede decir que si lo golpean tiene que defenderse, a una nena rara vez los padres le dirían eso. Es nuestra concepción de géneros: el hombre es el macho, el que nunca llora. Pero eso son construcciones culturales, no biológicas”.
Discusiones teóricas al margen, los especialistas coinciden en que la pérdida de control en una persona puede generarse por varias razones. Si bien algunos afirman que puede existir una cuestión biológica, en la que la parte del cerebro que controla los impulsos no fue bien desarrollada o se sometió a situaciones violentas durante largo tiempo, también están quienes aseguran que este tipo de situaciones se producen ante situaciones frustrantes, donde el humor cambia y la impotencia hacia un resultado o una decisión puede derivar en “una reacción emocional” que se va a expresar de maneras distintas según la persona. Una pelea entre vecinos, el caos del tránsito o una discusión en el trabajo pueden provocar reacciones incontrolables, que algunos especialistas definen incluso como “trastorno explosivo intermitente”, un trastorno del comportamiento caracterizado por expresiones extremas de enfado o rabia incontrolada que, la mayoría de las veces, son desproporcionadas respecto a las circunstancias que le dieron origen.
Actualmente, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales lo tiene categorizado dentro de los trastornos del control de impulsos, junto a la cleptomanía, la piromanía y la ludopatía, entre otros.
Aunque los expertos creen prudente aclarar que este tipo de reacciones no son exclusivas del ámbito deportivo, vale recordar que el caso de Luis Suárez no es el único hecho violento en medio de una competencia que causó semejante repercusión. Basta con recordar al boxeador Mike Tyson o al futbolista francés Zinedine Zidane, quienes, aunque en situaciones y con reacciones distintas, también tuvieron su segundo donde todo explotó.