Por Liliana Fellner [1]
Cuando niña, me enseñaron que antes de ir a
jugar, debía terminar con la tarea. Temprano aprendizaje sobre las
responsabilidades y los derechos. Temprano y certero. Me marcó el camino.
Lo recuerdo hoy cuando miro lo que se teje a
través de la marcha que un grupo de fiscales ha convocado para el próximo 18 de
febrero. La utilización de la tragedia. La politización de una muerte que aún
no se ha determinado cómo fue.
Lo recordé la tarde del jueves pasado, durante
la sesión en la que se dio media sanción a la nueva Ley de Inteligencia,
mientras miraba las bancas vacías de una oposición que había decidido dar la
discusión fuera del ámbito propio del debate. Y volví a recordarlo ese mismo
día mientras leía las palabras de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, ex
mujer del fiscal fallecido, cuando le pidió a esa misma oposición, reunida
también en el Congreso pero no para debatir sino para hacer su rutina
mediática, que no siguieran “politizando este hecho. Todavía quedan muchas
cosas por despejar”.
Primero, terminar la tarea. Primero, cumplir
con las obligaciones. Primero, dar respuesta a lo que se espera de uno porque
quienes tenemos un cargo público tenemos el peso del deber de nuestras
responsabilidades. Con la Patria. Con el Pueblo.
Estas ideas constitutivas de mi identidad como
persona y como ser político, me volvieron a asaltar cuando vi las opiniones del
diputado nacional Miguel Guibergia: “Nisman nos duele y nos va a seguir
doliendo hasta que la Justicia clarifique las circunstancias de su muerte”.
Palabras con las que pretende justificar su presencia en la marcha de los
fiscales de este 18 de Febrero; palabras que hablan de un dolor (voy a suponer
sentido), pero que no aportan nada nuevo para dilucidar la muerte en cuestión.
Ricardo Forster, secretario de Coordinación
Estratégica para el Pensamiento Nacional, fue muy contundente: la convocatoria
de los fiscales “es como si los chefs marcharan para decir que en el país se
cocina mal”. Con idéntico criterio, los árbitros de fútbol deberían organizar
una marcha para expresarse en contra de los árbitros bomberos, los políticos de
la oposición en contra de los políticos que no hacen oposición y sólo van atrás
de obtener una mención, como actor de reparto, en un medio de tirada nacional.
Es, para decirlo en el lenguaje de María Elena Walsh: el mundo del revés.
Los fiscales, como representantes del interés
público, deben pedir, a viva voz, justicia en los juzgados, por medio de
pruebas sólidas y no en marchas de silencio.
Por eso, no se puede especular. Por eso, el
pedido de "prudencia, respeto y ética para investigar" de la Dra.
Arroyo Salgado, en medio de esa suerte de show –que denominaron pomposamente
Audiencia Pública–, montado pasillo por medio del Recinto, al que la mayoría de
la oposición no concurrió a debatir y votar el nuevo proyecto de Ley de
Inteligencia.
Mientras mastico estas ideas alguien me
recuerda que el senador Gerardo Morales ha invitado al diputado Sergio Massa,
al senador Luis Naidenoff y al diputado José Cano a vivir “en familia el
desentierro del carnaval en Purmamarca” y entonces, las palabras de mis mayores
vuelven a mí como un golpe: “Antes de ir a jugar, hay que terminar la tarea”.
Ni la oposición ni los fiscales están en
situación de “salir a jugar”: no han terminado la tarea… Algunos, ni siquiera
la han empezado.