La etapa ha sido muy movida para la piloto burgalesa; o, para expresarlo con sus palabras, “ha sido un show de etapa”. Al principio de la especial había mucho barro, que con el paso de los kilómetros se ha secado en el radiador del Mitsubishi, circunstancia que ha disparado la temperatura del motor. “Teníamos que ir parando para echar agua”, explica. Además, los problemas de temperatura han hecho que Cristina y su copiloto tuvieran que apagar el aire acondicionado, en una jornada de mucho calor. “Pero nos hemos adaptado bien y el único problema es que hemos sudado como nunca”.
Al término de una etapa tan dura, Cristina valora las valiosas lecciones adquiridas en la “escuela del Dakar”. “Hoy he aprendido más que en toda mi vida”, asegura. Además del problema mecánico, la tripulación del Mitsubishi ha vivido un lance delicado cuando un camión los ha adelantado. “Me he querido apartar y me he dado un golpe con un poste. Ha sido un fallo mío sin consecuencias, aunque me he enfadado un poco conmigo misma porque soy muy exigente. Pero eso ya no me volverá a ocurrir”, reconoce.
Lo fundamental es que sigue adelante y acumula un día más de aprendizaje en la carrera más dura del mundo, adaptándose a su copiloto y a la gestión de una etapa tan dura y con un enlace tan largo. “Lo importante es que estamos en la meta y que mañana volvemos a salir”.
Este miércoles les espera la tercera etapa, entre San Miguel de Tucumán y San Salvador de Jujuy, con un total de 780 kilómetros, 364 de ellos cronometrados. La primera jornada en altura y con dificultades de navegación será un nuevo reto para la joven piloto burgalesa en su camino hacia la meta de Buenos Aires. “A ver qué tal nos sienta la altitud; creo que nos hemos preparado bien”.